26.6.08

Confesional

Siguiendo con mi férrea política de dejar caer un post cada dos o tres meses, hoy me aventuré en este blog olvidado por el mundo.
Soy un ordinario que no se limpia los pies en el felpudo, y lo primero que dije al ingresar fue: "¡qué template horrible!". (Antes, mientras se terminaba de cargar la página, creí que me había confundido de dirección. Recién cuando leí los balbuceos de Juan Solo me di cuenta de que no había nada que hacerle: este sucucho es el que, burros de nosotros, pudimos construir.) Entonces, si ni a mí me da ganas de pasar por acá, ¿cómo esperar que alguien me lea? No sé. Ni pretendo saberlo.
Lo único que importa hoy, en este jueves ocre, es escribir. Algo, lo que sea. Una confesión.
Confieso, entonces, que he vivido (digo, con la enorme facilidad para las citas literarias encubiertas que me caracteriza).
Murmuro también que, en esta etapa de mi vida, casi todo lo que me pasa sucede lejos de esta pantalla, de estas letras, de todo esto.
Susurro que, si bien nunca fue una idea demasiado sensata, hace tiempo ya que escribir para los demás dejó de ser escribir para los demás. Eso ya no me salva. Probablemente ya no persiga la salvación. Ahora lo hago para mí.
Y, cuando escribo, me sale sin control. A borbotones. No planifico nada: corro desde la primera oración hasta la última. Hasta la que siento que clausura todo.
Mis textos no tienen sentido (y, si lo tienen, no está en mis manos). Bien por ellos.

1 comentario:

gerund dijo...

ay, igual, escribís tan lindo, guacha!